Avilés
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Sr.Presidente del Cómite del partido liberal del distrito de Avilés, mi distinguido amigo y correligionario;

Siento verdadera necesidad de dirigirme a usted por este medio, no para anunciar reclamaciones y querellas contra quienes conculcando el derecho de los ciudadanos han infringido la ley, ni para exhalar quejas que podían estimarse hijas de la pasión o del despecho, sino para fijar bien los hechos ocurridos, en cuanto en ellos he tenido alguna intervención, y declinar toda responsabilidad respecto de los que pudieran ocurrir en la lucha inconcebible entablada en el distrito entre las fuerzas monárquicas liberales que constituten su inmensa mayoría, y los escasos elementos republicanos que, disponiendo con exceso abusivo de todos los medios y resortes del gobierno, tienden a producir un conflicto de gareves e incalculables consecuencias, Usted sabe cuanto una y otra vez me opuse a la candidatura de mi hijo Melchor y que solo ante la insistencia de nuestros amigos y correligionarios me preste a sostenerla como candidatura adicta pues jamás paso por mi mente que pudiera prestarse en otro concepto, siendo él y yo liberales, así como la gran mayoría de ese cuerpo electoral. Y el gobierno así lo aceptó y comprobó por los actos primeros que el día 14 del corriente realizó en el distrito.

¿Qué ocurrió desde dicho día hasta el 22 en las alatas esferas gubernamentales? No lo sé; pero todos hemos visto con escándalo que ya en el período electoral se destituyen ayuntamientos, se nombran concejales que carecen de condiciones, pero que son republicanos; se suspenden presidentes de las mesas electorales y se cambian locales de los colegios.

Y al mismo tiempo, el Sr. Ministro de la Gobernación, apelando a la gran amistad que nos une, me pide con insistencia y empeño que retire la candidatura de mi hijo. He procurado complacerle para evitar los conflictos que preveía, pero todos mis esfuerzos han sido inútiles, por haber llegado las cosas al extremo de que ya no se trata de personas, sino de cosas más altas, cual es la lucha entre monárquicos liberales y los pocos republicanos que alardean de la protección del gobierno y, posesionados ilegalmente de algunos ayuntamientos, tratan de imponerse por la fuerza y el terror, provocando desagradables y peligrosos incidentes.

Inútiles también han sido los esfuerzos que con personas influyentes en el distrito ha hecho el Ministro de Gobernación con el propio fin de que sea retirada la candidatura de mi hijo. Usted conoce esos trabajos y la contestación que merecieron, ya que su retirada en estos momentos significaria el sacrificio que a nadie se puede pedir de la dignidad de los monárquicos liberales, que al abandonar el campo darían ocasión a que pudiera decirse que en ese distrito, eminentemente liberal, pero monárquico, era elegido un republicano porque no tenía contendiente que representase aquella mayoría.

Yo no creo que sea cierta la afirmación de los republicanos de que cuentan con el apoyo del Gobierno, que tiene de sobra acreditado su amor a la monarquía y a la libertad, y por ello espero que corregirá enérgicamente los desmanes y atropellos que ahí se cometan por elementos gubernamentales en contra de las libertades y a favor de los contados republicanos.

El Gobierno actual no tiene relación ni connivencias con partidos que atacan las instituciones. Creo haber consignado, aunque sucintamente, los hechos ahí ocurridos en cuanto en ellos he tenido alguna intervención, y concluyo declinando ahora y para lo porvenir toda la responsabilidad en cuanto a los conflictos a que puedan aquellos dar triste ocasión.

Suyo afectísimo y correligionario Miguel Díaz Álvarez

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